jueves, 20 de diciembre de 2007

Bienvenida

¿Cuál es el sentido de todo esto, su para qué?¿Cómo saberlo?¿Quizás perpetuar el primigenio instinto de supervivencia?¿La imperiosa necesidad de traspasar los tiempos y adquirir la inmortalidad? ¿O desatar un impulso a graficar los sentimientos que nos atraviesan?
La poesía se nutre de nuestros sentimientos, no sólo de los frívolos sino de los más profundos. Lograr cristalizarlos tal cual se nos presentan es una tarea casi imposible, pero hay ejemplos de poetas que cortan el aire con un hilo de palabras engarzadas: bellas, horribles, lacerantes, suaves, acogedoras, espontáneas, pesadas, insoportables.
Con razón u omisión de ella, la poesía se suelta hacia los oidos de aquellos que se arriman al mundo de las palabras, de quienes desatan los prejuicios y miran, escuchan, palpan, degustan y huelen aquello que los convoca, los llama, los seduce, los espanta.
Primer impulso, entonces, a poder ser tal cual somos. Necesidad de decir, de volcar nuestras verdades atravesadas por sentimientos. Emoción incontrolable que se aquieta con sólo manifestarla.
Resumen y epílogo de nuestras vidas, las palabras nos prolongan, nos hacen libres de nosostros mismos. En algún punto.
Desnudamos nuestro pudor y acribillamos la decencia con oraciones a veces inconclusas. Es parte de la libertad que nos brinda la poesía.
Gozo injurioso de lo que está de moda y de lo políticamente correcto. Canto a mi mismo. Canto general. Esencia viva - poesía.